El ingenioso Hidalgo de la responsabilidad social.

Desde el punto de vista legal la denominada RSE, debe entenderse desde el concepto constitucional de la función social que cumple la propiedad y las limitaciones que se erigen en el ordenamiento jurídico colombiano a la libertad de empresa, es decir, a partir de nuestra forma de gobierno y nuestro sistema económico toda persona tiene la facultad de generar una estructura de negocio mediante la cual desarrolle una actividad económica que le genere lucro; siempre y cuando la implementación de dicha actividad este dada dentro del marco de la no vulneración de los derechos de los demás y en caso de existir una trasgresión inevitable, resarcir y restablecer el derecho transgredido. Con esta concepción, se esta circunscribiendo el actuar empresarial dentro de lo que estrictamente establece el marco regulatorio tanto general como sectorial que corresponda.

 

La concepción que se propone es una sustentada en la solidaridad, el desarrollo sostenible, el desarrollo humano y la generación de bienestar al otro, así no sea mi obligación legal y reglamentaria, en este sentido, lo que se plantea es que la RSE no se límite a la compensación o mitigación de las externalidades generadas por el actuar empresarial, ni tampoco se ciña a las acciones filantrópicas y benéficas, sino que realmente entre a proponerse una concepción social de la generación de riqueza, sustrayendo de nuestro lenguaje y de nuestra realidad la concepción de que resultan excluyentes y satanización de la empresa a partir de los errores del sistema dentro del cual se concibió.

 

A partir de lo manifestado pretendemos plantear algunas reflexiones respecto a ¿Cómo la gestión de interesados desarrollada a partir de la formulación e implementación de un programa integral de RSE y de gobierno corporativo puede dar luces a nuevas concepciones de desarrollo? ¿Cómo esa concepción de desarrollo puede conjugar estrategias claras y eficientes de mitigación del cambio climático, reducción de la pobreza, generación de empleos justos y formales y satisfacción de necesidades básicas? ¿De qué forma el marketing social y la gestión del riesgo reputacional entendidas en el marco de un nuevo modelo y concepto de desarrollo, pueden influir en una correlación directa con generación de valor de un negocio? ¿Cómo las tendencias globales de los mercados emergentes de clase media y media baja, los cambios en hábitos de consumo y el fortalecimiento de las movilizaciones civiles como ambientalistas o animalistas, pueden generar transformación en las formas de generación de riqueza?

 

El presente artículo no tiene la finalidad de dar una respuesta definitiva a tan complejos interrogantes, pero si se tiene el objetivo de dejar sentadas algunas ideas ya demostradas por la denominada dinámica de mercado frente a la transformación social que vive la humanidad, el conteo regresivo que tenemos de aquí a 2030 para la implementación de acciones concretas y profundas en función a tratar de seguir teniendo el planeta que en algún momento conocimos y la adaptabilidad de las empresas frente a ambas circunstancias. Como respuestas sugeridas y enunciadas a modo de discusión planteamos que:

 

  • Resulta científicamente irrefutable que las circunstancias actuales en la que nos encontramos de aumento de las temperaturas, mayor frecuencia y mayor intensidad de ocurrencia de desastres naturales, incremento de las emisiones de efecto invernadero, extinción masiva de especies, entre otras, están correlacionadas con el sistema económico predominante y en particular con las formas de producción, explotación de recursos y consumo, en este sentido el reto de este siglo es retrotraer nuestros actuar y compensar las afectaciones generadas, para esto es indispensable un replanteamiento del modelo económico preponderante, para dicha reestructuración debería el sector empresarial proponer alternativas sostenibles y responsables de realización de su actividad económica.
  • Desde la democratización del internet, se han generado canales de comunicación e información que eran impensables hace 50 años, esto ha dado acceso ilimitado al consumidor a información de todo tipo, esta situación permite que alrededor del mundo, el cliente sepa que materia prima utilizas, de donde y como la extraes, como lo transformas y en último como es el proceso de producción y la cadena de valor del bien o servicio que consume; surgiendo el concepto del consumidor responsable, aquel que se preocupa si con la extracción de la materia prima se esta afectando un ecosistema, si hay casos de explotación laboral infantil, si la empresa esta vinculada en escándalos de corrupción, entre otros. Esto obliga a las organizaciones a llevar a cago una gestión de su riesgo reputacional de manera estratégica y táctica, así como establecer protocolos de gobierno corporativo y gestión de interesados estrictos e integrales, y por supuesto generara ventajas competitivas yendo mas allá del cumplimiento irrestricto del marco normativo.
  • En sentido estricto el sector público en función del estado de bienestar, es el que detenta el deber de garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de la población, implementar políticas para la conservación de ecosistemas y especies en vías de extinción, propender una gestión de riesgos y desastres adecuada, pero si vislumbramos un nuevo modelo de desarrollo humano y sostenible, no es factible que su consecución sea por el exclusivo actuar del aparato gubernamental, es fundamental que el sector empresarial transforma desde la esencia la manera de hacer las cosas, y ese repensar lo convierta en una ventaja competitiva que le pueda generar una posición ventajosa en el mercado, no es posible seguir concibiendo una visión de desarrollo sustentada en el desequilibrio constante de la balanza porque pronto estaremos en el colapso del sistema.

Articulo de opinión: Melissa Franco, Coordinadora Juridica

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